Del 28 de junio al 25 de septiembre de 2012
Museo Lázaro Galdiano
A la luz de la seda es un proyecto complejo que pretende
poner de relieve la importancia de unos tejidos e indumentarias realizados en
la España musulmana y especialmente en el reino nazarí de Granada que, a pesar
de haber sufrido múltiples avatares, han conseguido conservarse hasta nuestros
días. El proyecto incluye la presentación en dos exposiciones, una celebrada en
el Museo de la Alhambra y otra en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid; un libro
con el mismo nombre: A la luz de la seda, que recoge los catálogos razonados de
las colecciones textiles de los museos mencionados y una selección de obras del
Instituto Gómez Moreno de la Fundación Rodríguez Acosta que también ha
colaborado en el proyecto. Se presenta en dichas exposiciones un audiovisual
interactivo con un mapa de la localización en la península de los restos
textiles de ese periodo en una treintena de instituciones, imágenes con
tecnología gigapixel de los textiles y un documental sobre el único telar de
tiro hispanoárabe que se conserva en el mundo y se encuentra en la ciudad de
Fez: Dar-al-tiraz que además estará alojado en las webs de las dos
instituciones.
Se ofrece una visión múltiple del mundo textil y su
coleccionismo: La Alhambra fue el centro productor de referencia, a pesar de
que sus fondos procedan del mercado del arte de los siglos XIX y XX. La
Fundación Gómez Moreno, a través de su colección, ofrece la visión y el modo de
trabajar del que fue el primer estudioso español de esta materia, quien además
fue el afortunado descubridor de las tumbas reales del monasterio de Las
Huelgas. El Museo Lázaro Galdiano, creado por un coleccionista erudito de los siglos
XIX y XX, aporta la valoración estética de las obras y la sistemática búsqueda
de los restos hasta conseguir una de las colecciones más importantes.
Hoy solo quedan fragmentos, retazos y jirones de las
exquisitas y delicadas piezas creadas por la cultura hispanomusulmana,
vestigios de un espléndido pasado. Son documentos históricos que sirven para
ayudarnos a reconstruir la historia de lo que antaño fueron suntuosas prendas
para vestir, cubrir, adornar, resguardar e identificar a los individuos y también
para delimitar los espacios en los que transcurría su vida haciéndolos
confortables, jugando con la luz y agradando a la vista.
Estos tejidos fueron utilizados por las diferentes
civilizaciones que ocuparon la Península entre los siglos VIII y XVI y sirvieron
de vehículo de comunicación cultural como ninguna otra de las llamadas artes
industriales. Los restos que se conservan son muestras de aquellos que
utilizaron los monarcas, la nobleza y el clero, tanto cristiano como musulmán;
formaron parte de ajuares funerarios de personajes ilustres, fueron envoltorio
de reliquias o enseñas militares y hasta botín de guerra u objeto de regalo
para embajadas.