Llega el verano y parece que nuestra vida se detiene. Eso para
algunos, claro, porque los escritores seguimos frente al ordenador, tengamos o
no que entregar nuestros trabajos a editoriales o periódicos. Es más que un
hábito, es una necesidad.
Es el momento, eso sí, para buscar una reflexión a lo que
has hecho en los seis meses anteriores y lo que harás en los seis (o cinco) que
llegan por delante. Sacar la balanza. Preguntarte: ¿Qué hecho de provechoso? ¿Qué tengo
pendiente? ¿Qué planes puedo empezar en estos meses de sol ?
En mi caso, este año es un poco atípico. Casi nunca tengo
nada obligado que hacer en el verano, salvo leer por placer, hacer un tanteo de
lo que será mi próxima novela o si ya el tanteo se ha iniciado empezar a
escribirla. Sin prisas, aprovechando los maravillosos silencios de las siestas
andaluzas.
Pero no, va a ser que no. Este año empiezo el verano con
trabajo pendiente, lo que no es solo diferente sino agradable.
A la vuelta del verano me esperan varios proyectos que me
inspiran y a los que me acerco con especial entusiasmo. Los dos, casualmente,
se publicarán en la misma editorial granadina y saldrán para el otoño.
Por fin
llega mi Max Cid, ya era hora, después de tomarse tantos recesos por diversos
motivos, nos visitará para quedarse en los ratos de ocio de algunos lectores y
confío en que terminen por enamorarse de él como he hecho yo.
El otro proyecto es algo nuevo para mí. Comienzo andadura en
un género literario diferente, aunque si lo pienso, está muy relacionado con la
novela histórica. A fin de cuentas es historia y es Granada.
Septiembre también me exige tener al día mi parte
periodística. He de centrarme en otro artículo para el National Geographic,
sobre el Madrid que mejor conozco y que me recorro todas las semanas. Eso sí,
tendrá anécdotas.
También habrá que corregir textos y cómo no, leer por
placer. Este año llevo un batiburrillo de lecturas variadas: Generación de los
50, algún escritor norteamericano y libros de historia sobre Granada. Sí, ya sé
lo que pensáis, de nuevo Granada. Es inevitable. En mi defensa diré que empiezo
a documentarme sobre un siglo que no había tratado antes en mi novelística.
¿Cuál será? Palacios, iglesias, casas señoriales…todavía está por determinar.
Esto en cuanto a mis libros, pero ¿y las actividades? Las
Terceras Jornadas Madrileñas de Novela Histórica me esperarán a la vuelta. Casi
todo está bien atado, pero ese “casi” me exigirá algún quebradero de
cabeza.
Bueno, pues allá vamos…a escribir.