Determinar los orígenes de una ciudad es una ardua tarea que no sólo debe resolver la arqueología. A veces, los restos físicos de una ciudad no son hallados, pero han pervivido en la conciencia social e histórica y son ellas las que, tras su rastro, nos indican dónde debe trabajar el arqueólogo.
Así ocurrió con Iliberri, la originaria ciudad romana que con el tiempo se convirtió en Granada.
Imaginemos una colina, la del actual Albayzin, donde ya se había asentado una singular población ibérica. Ésta llamaba a su territorio Iliberri y se extendía por la zona de San Nicolás y San Miguel Bajo, hacia las orillas del Darro por medio de unas terrazas que equilibraban el desnivel de la colina. También se sabe que los íberos construyeron una muralla para proteger su propiedad.
Durante un momento de la Segunda Guerra Púnica, los ejércitos romanos tomaron conciencia de la importancia estratégica y económica de la Península Ibérica. Parece, que como luego sucedería con los árabes, el avance romano en nuestra península no fue, excesivamente, conflictivo. En Granada, los romanos se asentaron sobre suelo íbero y aprovecharon todo su patrimonio, incluido su nombre, pues la Iliberri ibérica pasó a denominarse Municipium Florentinum Iliberritanum, cuando, con el tiempo, César, le concedió el título de municipio latino.
Para los historiadores que siguieron su rastro, este municipio, continuó siendo Iliberri. Antonio Gallego Burín, en su Guía artística e histórica de Granada ya dejó dicho que conquistada por los romanos, esta población ibérica siguió acuñando monedas con el nombre, en caracteres latinos, de Eliver, Eliberri, Iliber, Iliberi, Iliberri e Ilvbiri, denominándola Ptolomeo Illiberi y Plinio el mayor, Iliberri, y a sus ciudadanos liberini. Erigida municipio, las inscripciones de los ss. I al II de J.C. la llaman Municipium Florentinum Iliberitanum y también Florentia, nombre que, en sentir de algunos escritores, podía interpretarse por ciudad florida o fructífera. Vemos, pues, que Granada usó dos denominaciones: una, ibérica (Iliberia) y la segunda, romana (Florentia), a semejanza de otras poblaciones importantes…”
Iliberri se identifica con los romanos, una civilización que ha demostrado siempre su inteligencia a la hora de decidir el lugar de un asentamiento. Es de imaginar que la elección de esta colina no fue fortuita y se basaron en razonamientos lógicos, era un territorio estratégico, fácil de defender y muy cercano al río Darro y a la fértil vega. Aprovecharon, como es preceptivo en toda invasión, la estructura urbanística ibérica y su muralla.
Iliberri tuvo que ser una ciudad ciertamente importante a tener en cuenta que en ella, una vez perdida la importancia romana, se celebró en ella el primer concilio católico de la historia, llamado Concilio de Iliberri o de Elvira. El profesor José Fernández Ubiña y Manuel Sotomayor han creído interesante coordinar un libro titulado El concilio de Elvira y su tiempo y a través de él vemos la importancia de los concilios que fueron el instrumento más eficaz del cristianismo antiguo para unificar sus pautas de comportamiento, fijar la disciplina, comentar cuestiones doctrinales o juzgar la conducta de determinados fieles, nos dicen. Una documentación que también nos habla de una Iliberri que poco a poco, se nos va haciendo más nítida.
Iliberri a través de la Historia.
Ya desde antiguo se era consciente de la existencia de Iliberri. No así su ubicación, que algunos historiadores identificaron con los restos arqueológicos hallados en Atarfe, lo que hoy se sabe que es Medina Elvira, una ciudad tardoromana y posteriormente musulmana. Andrea Navagiero, allá por el siglo XVI, fue uno de los primeros en relacionar a Iliberris con Medina Elvira. En Viaje por España dejó escrito: “Dicho día fuimos a Pinos Puente, que hay a tres leguas; en el camino, antes de llegar a este pueblo, en la falda de un monte a mano derecha, se ven ruinas y vestigios de una ciudad que se cree fue la antigua Iliberis, y ahora la llaman Granada la Vieja; piensan otros que Iliberis estuvo donde ahora está Granada, porque en ella se encuentran inscripciones donde se nombran los iliberitanos, pero han podido llevarse de un lugar tan vecino”.
Esta confusión no dejó de ser motivo de discusión entre historiadores y arqueólogos. Las excavaciones que tuvieron lugar en el siglo XVIII por parte de Juan de Flores, en un principio, supusieron un alto en la contienda arqueológica, que terminó como nadie hubiera imaginado, dejando a los historiadores más confusos que al principio. Sería en el siglo XIX cuando se retomaría este enfrentamiento al descubrirse los restos perdidos de una ciudad en 1848, lo que luego sería Medina Elvira y entre los periodos de 1868 y 1878, el Liceo Artístico y Literario de Granada y después la Comisión de Monumentos de Granada tomarían cartas en el asunto sabiendo que este hallazgo tendría mucho que decir del pasado.
Pocas veces se ha dado en la historia de una ciudad un enfrentamiento tan ardiente. Se formaron dos grupos, el de los defensores de la ubicación de Iliberri en Atarfe, lo que hoy se sabe que es Medina Elvira y los defensores de la Iliberri en el Albaicín granadino. Los primeros se denominaron elviristas y los segundos alcazabistas. Entre los segundos, destacaba con luz propia Manuel Gómez-Moreno González. Luego, se daría un tercer bando: los conversos, entre los que se encontró Leopoldo Eguílaz y Yanguas, que comenzó siendo elvirista y al darse cuenta de su error se volvió alcazabista.
Hoy, la historia de Iliberri no está falta de opiniones contrarias. Aunque últimamente ha despertado el interés de la arqueología, la Granada romana necesita de una profunda investigación. Los restos epigráficos encontrados, que son los únicos que nos aportan información, no son suficientes para esclarecer todas nuestras dudas. Sin embargo existen interesantes trabajos que demuestran la pasión que está suscitando en la actualidad la mítica ciudad romana.
Dónde se encuentra Iliberri.
Los restos encontrados de Iliberri son muchos pero también poco consistentes. Los que más, los documentos epigráficos, según Margarita Orfila Pons en su trabajo “Iliberri-Elvira (Granada), Ciudad romana y cristiana” han llegado a ser hasta 40, de los cuales 25 proceden del propio Albayzin. En época de Juan de Flores se encontró una inscripción que hacía referencia al foro de la ciudad y poco después se dio el conocido hallazgo del foro que relata Manuel Gómez-Moreno Martínez en su Monumentos romanos y visigóticos de Granada a la perfección. “Uno de los lugares clave, el foro, dice Orfila Pons, “el espacio cívico de la ciudad por excelencia, debe situarse en lo alto del barrio del Albaicín, entre las actuales calles de María la Miel y del Pilar Seco, según se deduce de la zona en donde se han recuperado desde el siglo XVI importantes inscripciones, y de los resultados de las intervenciones arqueológicas llevadas a cabo por Juan de Flores durante el siglo XVIII, en las que se descubrió parte de su enlosado, restos de edificios, una serie de elementos arquitectónicos e inscripciones. Ha sido posible situarlo justo en lo que era la Calle del Tesoro, hoy desaparecida y cercana al entonces llamado Huerto de Lopera, espacios actualmente insertados dentro del Carmen de la Concepción, enmarcados más o menos, al norte por la Calle Aljibe de la Gitana, al este por la Placeta de las Minas y casi toda la Calle María La Miel, hasta la altura de la Calle Camino Nuevo de San Nicolás, que los cierra al sur, mientras que el límite oeste sería la Placeta del Cristo de las Azucenas y la Calle del Pilar Seco, en cuyo tramo cabe restar del Carmen de la Concepción la línea de casas que se alinea desde la Placeta del Cristo de las Azucenas.
Todos, Manuel Sotomayor (Paseos interactivos por Granada. Nuevos paseos por granada y sus contornos), Roca, Moreno y Lizcano (El Albaicín y los orígenes de la ciudad de Granada), Rodríguez Aguilera (Granada arqueológica) y la citada Orfila Pons han coincidido en ubicar el foro de Iliberri en ese entorno.
Cómo era Iliberri.
Dice Juan Manuel Barrios Rozúa en su libro Granada historia urbana: “…cabe suponer, en consecuente que Iliberri no sería una de esas clásicas ciudades de planta reticular atravesada por el cardo y el decumano.”. Lo más destacado, evidentemente, como en cualquier ciudad romana fue el foro, con estatuas sobre pedestales e incluso, posiblemente aterrazado, a tener en cuenta los dibujos de Sarabia. Por la abundancia de columnas se imagina que debieron levantarse edificios importantes. También han aparecido restos de un acueducto donde hoy se encuentra la mezquita del Albayzin. La necrópolis se ha situado entre el Camino del Sacromonte a la Placeta de la Cruz Verde y en las cercanías de San Juan de los Reyes. También se sabe que tenían una elaborada industria artesana a tenor de los diversos hornos alfareros encontrados cercanos al Carmen de la Muralla. De las casas tenemos ejemplos claros, como los de la calle San Cecilio o el Callejón de los Negros en donde se adivinan estucos y pinturas murales. De los restos epigráficos hallados los investigadores han podido determinar cómo eran los iliberritanos. En este sentido es de reseñar el libro Personajes de la Granada romana de Miguel Jiménez Jiménez, quien elaboró un censo de los romanos iliberritanos partiendo de los restos epigráficos, las monedas han sido uno de los soportes que más han aportado a este estudio, gracias al cual sabemos que fueron personajes importantes la Gens Valeria o la Gens Cornelio. Mauricio Pastor Muñoz en su trabajo Sociedad y epigrafía en Granada en época romana, consiguió, además de contribuir a este censo aportar interesantes datos sobre la religión popular, al analizar distintas inscripciones una de ellas dedicada a la diosa Stata Mater, la única encontrada en la Península Ibérica y que hace referencia a esta divinidad. Por su parte, el Museo Arqueológico de Granada presenta una buena colección de lápidas e inscripciones halladas en el Albayzin e incluso en su Guía oficial nos recuerda que en el siglo XIV, el polígrafo y visir Ibn al-Jatib especuló en su Ihata con la posibilidad de que Iliberri pudiera haber tenido un anfiteatro para espectáculos gladiatorios.
Las primeras excavaciones y el fraude de Juan de Flores
Las primeras pistas sobre Iliberri aparecen en 1540, al encontrarse un cipo cilíndrico cerca del Aljibe del Rey. En todo el Albayzin se habían encontrado tejas, cerámicas, basas de columnas, restos antiguos que los vecinos habían reutilizados para usos muy distintos. Ánforas para comedero de gallinas o sepulturas como mesa ponderaria. El desconocimiento del pueblo llano en materia artística ha facilitado la supervivencia de algunos objetos, pero para otros, sin embargo, ha sido su sentencia de muerte. El caso de Juan de Flores no es único en Granada. Ya sabemos cómo se falsificaron y por qué los plomos del Sacromonte. Si queremos saber por qué falsificó y mintió Flores, sólo hay que leer un libro indispensable: Cultura y picaresca en la Granada de la Ilustración de Manuel Sotomayor. Con un lenguaje dinámico y casi novelesco, el autor nos traslada a la Granada del XVIII cuando Juan de Flores, beneficiado de la Catedral se dispuso a excavar en el antiguo Huerto de Lopera siguiendo sus instintos de coleccionista, pues ya en esa zona se habían encontrado restos romanos. En enero de 1754 comenzaron las excavaciones y en cuestión de una semana se encontraron las primeras muestras de que Flores no se había equivocado. La expectación que despertó Flores entre los eruditos es digna de recordar. Hacía poco que Herculano se había mostrado a los ojos de la gente e Iliberri podía conseguir ser la segunda gran ciudad oculta que veía la luz. Posiblemente por pura vanidad y por ser mal aconsejado, Juan de Flores decidió engrandecer el hallazgo falsificando obras e introduciéndolas en las excavaciones. Los ingenios que tuvo que realizar para falsificar sus tesoros son dignos de recordar. Una falsificación llevó a otra y Juan de Flores se vio inmerso en una espiral de mentiras. Finalmente, Juan de Flores y sus cómplices, fueron detenidos en junio de 1774 y condenados tres años más tarde a penas entre cuatro y ocho años de reclusión. Lo peor fue que se ordenó destruir las obras falsificadas (algunas verdaderas verían su fin inocentemente) y tapiar el foro descubierto. Desde entonces el sentir granadino es de resquemor hacia el foro de Iliberri al tiempo que se ha convertido en el objeto de deseo de todos los arqueólogos de la ciudad.
Iliberri en la actualidad.
Manuel de Sotomayor ha sido el más destacado y aguerrido investigador de Iliberri hasta el momento. En 1982 tienen lugar las primeras excavaciones después de muchos siglos de discordia. Recordemos que las falsificaciones de Juan de Flores había dejado en Granada un resentimiento unánime sobre la ciudad de Iliberri. Nadie se arriesgaba a destapar la caja de Pandora y llevar, de nuevo, a todos los arqueólogos a una eterna discusión.
El lugar donde se realizan los trabajos es el ya citado Carmen de la Concepción, antiguo Huerta de Lopera. Nadie que pasee por las calles estrechas del alto Albayzin, viendo esa tapia blanca, podrá suponer jamás que detrás de ella y bajo el suelo de esa casa, duermen los restos del foro romano de Granada. A lo largo de varias campañas, entre los años 1983-85, alumnos y profesores de la Universidad de Granada realizaron varios estudios. Es de imaginar, que por la situación en que estos restos se presuponen, en terreno privado, muy cercanos a la muralla del siglo XI y a la Puerta de las Pesas, no resultan cómodos para su estudio definitivo.
El 28 de enero de 2003, una noticia del periódico Ideal informa sobre una campaña realizada por el arqueólogo Ángel Rodríguez Aguilera, autor del libro Granada arqueológica, quien dice haber encontrado restos vinculados al foro de Iliberris. Si las excavaciones, una vez autorizadas por la delegación de la Consejería de Cultura, confirmaran la hipótesis, dice la autora del artículo María Balboa, el foro de la Granada romana podría ser reconstruido. Rodríguez Aguilera, en su libro citado, editado años antes, afirmaba que hasta el momento sólo tenemos dudosas referencias de la posible ubicación del foro, dentro del actual Carmen de la Concepción. El problema es que en 1997 se realizó una excavación arqueológica justo en este sitio y no sólo no aparecieron restos del foro, sino que además la primera ocupación humana documentada sobre la misma roca era una casa del siglo XVII. En este caso, o bien el foro escrito fue otra falsificación de Flores o se encuentra más hacia el interior del carmen.
No obstante, otros arqueólogos han dado por ciertos todos los testimonios que relacionaban este carmen con el foro de Illiberri. Manuel Gómez-Moreno Martínez se basó en los descubrimientos de Juan de Flores y en los dibujos de Sarabia para asegurar su ubicación. Margarita Orfila Pons, otra eminencia en el estudio de Iliberri, afirma que estos restos del foro fueron dados a conocer especialmente a través de los dibujos de Diego Sánchez Sarabia, confirmados hoy en día por el hallazgo de algunas de esas piezas molduradas, identificadas en el año 2003 al desmontar parte de una casa sita en la Calle María la Miel, nº 11, a las que se une, una vez llevada a cabo la intervención arqueológica en ese solar, a inicios del 2004, unos fragmentos de inscripciones, una de ellas honorífica.
En el artículo citado anteriormente publicado en el periódico Ideal, su autora María Balboa, concluía algo significativo Da la casualidad que el arqueólogo Ángel Rodríguez Aguilera excavó, en 1997, en el carmen de la Concepción en dos ocasiones. Aquella labor desató la polémica en ciertos sectores universitarios. Incluso quisieron impedir la investigación con el argumento de que era el lugar donde, dos siglos antes, había excavado el padre Juan Flores. Sorprendentemente, no apareció nada de época romana. Sin embargo, los opositores no quedaron satisfechos y acusaron al arqueólogo de «haber destruido» el foro. Llegaron a mantener la acusación en un congreso sobre el mundo ibérico celebrado al año siguiente. El destino ha querido que el mismo y cuestionado arqueólogo, en el mismo sitio, haya sido testigo de un hallazgo revelador. Esto nos lleva a una conclusión, que es que la arqueología no es irrefutable y que, ante todo, debe contar con la ayuda económica y política suficientes para poder desarrollarse con la debida fluidez. La posibilidad de reconstruir el foro de Iliberri se ha lanzado al aire. Sería algo inimaginable para quien después de tantos siglos se han enfrentado abiertamente defendiendo o retractando la ubicación de la ciudad romana. Sin embargo, esta posibilidad tiene algo de fantástico. En el caso hipotético de que los restos allí encontrados no hubieran sido trasladados de otro lugar o se encontraran en perfecto estado y no destruidos por civilizaciones posteriores ¿Se imaginan, lo que ocurriría, si se pudiera reconstruir el foro de Iliberri como se ha hecho con los de Roma? ¿Existirá algún gobierno lo suficientemente valiente como para acometer tal empresa?
Biografía imprescindible para saber sobre Illiberri:
-Granada arqueológica. Ángel Rodríguez Aguilera.
-El Albaicín y los orígenes de Granada. Mercedes Roca Roumens, María Auxiliadora Moreno y Rafael Lizcano Prestel.
-El Concilio de Elvira y su tiempo. Manuel Sotomayor y José Fernández Ubiña (coordinadores).
-Albayzin, solar de reyes. Gabriel Pozo Felguera.
-Cultura y picaresca en la Granada de la Ilustración. Manuel Sotomayor.
-Guía del Museo arqueológico y etnológico de Granada.
-Personajes de la granada romana. Miguel Jiménez Jiménez.
-Sociedad y epigrafía en Granada en época romana. Mauricio Pastor Muñoz.