7.5.08

SUEÑOS DEL ALBAYZIN


"Llegaron a un gran patio. Tenía grandes dimensiones, 36,60 por 23, 40 metros y en su centro una alberca, como bien corresponde a un patio andalusí. No una alberca cualquiera, sino una alberca transparente y serena, cuyas aguas límpidas reflejaban la inmensa mole de la torre principal, aún por terminar.
-Hemos querido proveerla de agua desde mucho antes de terminar la torre - aseguró el alarife-...pues su reflejo nos ayuda a completar la obra. ¿Sabrías describirme, amigo Said, qué es lo que ves?
El joven rebosaba de excitación. Sus ojos brillaban como dos perlas.
-Veo un lugar acogedor, un remanso de paz espiritual.
-Bien es cierto. Pero este patio es mucho más. Fue engendrado como ofrenda de amor a quienes lo visitarán. Nuestro sultán quería que fuera no sólo bello como la arquitectura, sino armonioso como la poesía y melodioso como la música. El agua de su alberca, tan límpida, reflejará la gran torre en cuyo interior el gran sultán recibirá a los embajadores, creando una ilusión óptica inmejorable. Esta perspectiva está muy bien estudiada. Los ojos se posan, primero, en el reflejo del agua, más tarde en la fachada de la torre y por último en el interior de ésta que se abre a la vista con siete arcos semicirculares, cuyo arco central y más grande, deja entrever el fondo de la torre y más allá el paisaje que rodea la Alhambra. Es decir, con esto conseguimos una perspectiva infinita.
-Nunca lo hubiera pensado -exclamó Said.
-La función del amante de la poesía no es analizarla sino disfrutar con ella. Así debe ser la del visitante de la Alhambra. A los lados de la alberca, pensamos poner unos setos de arrayán pues su color verde intenso combina muy bien con el rojizo suave de la piedra. Así, cuando atardezca, éste será un encuentro de colores, rojos de tierra, verde de hoja, azul del cielo, todo ello confluyendo directamente en el estanque central, rodeado del sin fin de tonos brillantes de cada uno de los azulejos que recubren las paredes del patio.
-¡No pueden existir más colores que los que estoy viendo aquí! - se maravilló Said.
-Pues los hay. Acompáñame y los verás en el techo del interior de la torre.
Hasta allí acudieron. La gran sala estaba aún por terminar. Aprovechó Jamal para examinar los trabajos que allí se consumaban, advirtiendo sobre la calidad del yeso obtenido para los artesanos.
-Habrá que añadir vinagre a la pasta del yeso...-ordenaba a su manera Jamal a los trabajadores. -Así fraguará mejor. Luego decid al calígrafo que venga a verme.
Said preguntó sobre aquella orden. Le explicó que para según qué acabados el yeso debe fraguar rápida o lentamente. Si se desea que lo haga con ligereza el truco de añadir vinagre o azúcar a la pasta del yeso facilitará el proceso. Si, por el contrario, se desea una transformación lenta, los artesanos utilizaban sal.
-¿Creías que la sala estaría decorada con oro, no es cierto? -Jamal observaba la cara de asombro de Said. Su inocencia le convertía en objeto de deseo del alarife, quien disfrutaba de poder demostrar sus conocimientos -Un palacio puede ser tan rico o más sin poseer oro ni incrustaciones de piedras preciosas. El valor del arte no se encuentra en sus materiales sino en su acabado. El yeso, rudimentario y vulgar, se transforma en el más puro encaje ante nuestros ojos gracias a las manos de los artesanos. Con una suave pintura parecerá aún más delicado. Así habremos de hacer en esta sala. Como en un atardecer, los colores se irán difuminando, de más claros a más oscuros, dando la sensación de la más sorprendente luminosidad. Ya lo ves, querido Said. La Alhambra no es el tesoro que pensabas. Hasta la mayoría de los arcos interiores son falsos, no sustentan ningún peso, sólo el de la apariencia.
-¿Cómo será el techo, Jamal? No parece muy sofisticado.
-El techo representará las partes en que se divide el Paraíso. Un perfecto artesonado de madera bien trabajada llevará al sultán y sus invitados a la gloria del cielo. Y combinados con la variedad de colorido de las qamariyya la ilusión será aún más acertada. Tal vez llamemos a la sala Sala de Qamariyya o de Comarex.
-Parece como si el sultán tuviera miedo a la belleza simple de las paredes desnudas - argumentó Said.-¿Por qué no un palacio sencillo y sin ornamentación?
-Las piedras en al-Ándalus hablan, amigo mío. ¿No te has dado cuenta que a la altura de nuestro ojos lucen esplendorosas las poesías de nuestros más renombrados poetas? Así lo quiso la Alhambra, porque a través de sus paredes nos dice lo que siente y quiere compartirlo con nosotros. Sí, querido Said, la Alhambra nos habla.
Said se había contagiado del entusiasmo del alarife. Su pecho se henchía pues le parecía que todo aquello, cuanto abarcaban sus ojos era, un poco, propiedad suya.
-Salgamos, mi pequeño...-dijo cariñosamente- Hay que dejar trabajar a los artesanos. ¡Oh, cuán bello y distinto será nuestro palacio una vez terminado, con sus esencieros, sus lámparas y sus tacas repletas de búcaros con flores!”
A Said se le pasó una ingeniosa idea por la cabeza.
-Sin embargo, yo siendo pobre, tengo algo inaccesible para la Alhambra, algo que nunca podrá tener dentro de sus murallas.
-¿Y qué es aquello, si puede saberse?
-El Albayzin."

JUAN LUIS TAPIA HABLA DE NOCHES EN BIB RAMBLA EN IDEAL

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MELCHOR SÁIZ-PARDO HABLA DE NOCHES EN BIB RAMBLA (IDEAL GRANADA)

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JESUS ARIAS PARA GRANADA HOY

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