Con frecuencia nos preguntamos si con el paso de los siglos los españoles aprendemos de nuestros errores. Los actos bochornosos que denuncio en mis dos últimas novelas, ambientadas en el siglo XIX, relativos a la ignorancia de los gobiernos, frente a la destrucción del patrimonio artístico, desgraciadamente están hoy a la orden del día. Si en 1884 se demolía una puerta árabe excusándose en el espíritu de la modernidad, en 2011 se cierran bibliotecas amparándonos en la crisis. Si esta fuera la verdadera razón cabría, incluso, un lamento comprensivo, pero nos encontramos con que la Biblioteca del Zaidín, que con tanto esfuerzo se levantó por parte de sus bibliotecarios (esfuerzo que sin duda no fue pagado económicamente) se cierra para dar cabida a un grupo Municipal de Coros y Danzas.Parece que la crisis sólo existe para los libros y no para el baile y la música.
Escribí una pequeña nota manifestando mi repulsión a estas actitudes intolerantes, incomprensible e irreflexivas que ha sido enviada a los medios de comunicación y quiera la razón y la inteligencia que pueda publicarse para que todos los lectores de Granada y de fuera de esta ciudad, sepan de lo sucedido.
A partir de ahora juzgad vosotros.
CULTURA DE SEGUNDA CATEGORÍA.
Por Carolina Molina.
En dos ocasiones tuve la oportunidad de relacionarme con grupos de lectura en la Biblioteca Las Palomas del barrio del Zaidín. La labor que realizaron conmigo, sus bibliotecarios y lectores, fue en todo momento impecable. Yo, que provengo de Madrid, me quedé admirada del arrebato intelectual de estos granadinos que, sin medios suficientes, hacían de un acto literario el ejemplo a seguir por capitales el doble de grandes y el doble de ricas. Por poco tiempo, una ilusión nos compensó y nos hizo creer que la cultura en Granada seguía por buenos pasos. La noticia de que, finalmente, se abría la biblioteca Francisco Ayala, nos convencía de habernos regenerado, que la falsedad de la política era cosa del siglo XIX. Pero no. Llega a mis oídos que la Biblioteca Las Palomas, después de año de lucha por parte de sus bibliotecarios, se cierra para compensar la necesidad de local del Grupo Municipal de Coros y Danza. Sin desprestigiar a la música ni al baile, la sustitución de una disciplina artística por otra, me parece una decisión más que cuestionable. Quienes decidan, dirijan o firmen órdenes de tal calibre han de preguntarse si existe una cultura de segunda categoría. ¿Son menos importantes los lectores del barrio del Zaidín? ¿Son ciudadanos de primera categoría los que vivan en los aledaños de la Biblioteca Francisco Ayala?
La crisis nos ha permitido buscarnos muchas excusas, entre ellas las de acometer barbaridades sin que por ello nos sintamos culpables. Confío en que los responsables de esta decisión recapaciten y nos demuestren que Granada ha dejado de ser la ciudad provinciana que muchos criticaron en el siglo XIX y bien entrado siglo XX. Porque, tal vez, si esto no se para, alguien tenga a bien firmar algún papel o estampar algún sello (aunque sea digital) ordenando la demolición de Torres Bermejas o del Palacio de Dar al-Horra. A fin de cuentas, qué más da, en tiempos de crisis hay que tomar medidas y siempre nos quedará la Alhambra.