Aún es pronto para dar las gracias al equipo que tan bien me ha tratado, no hay que desvelar todavía ni su contenido ni a los que darán vida al monumento en el documental, pero me complace compartir algunos instantes que serán ya parte de mi relación con las salas alhambreñas.
Las habitaciones de Washington Irving estaban vacías, como las debió encontrar él al llegar en 1829. En ese momento fui otra Molina más, junto a la Tía Antonia y esa Dolores, guardesas del monumento que Irving dio vida en "Cuentos de la Alhambra".
En las habitaciones de Washington Irving |
También desde el Patio del Harem sacamos lo más romántico de nosotros, ay, esos leones...¿Dónde estará el número cuatro? Eso solo lo sabe un Cid.
Sentada en una ventana interior del Patio del Harem |