12.9.13

RESEÑA DE LA AUTORA ELENA CASERO SOBRE "EL FALSIFICADOR DE LA ALCAZABA"




El Falsificador de la Alcazaba es la nueva novela de Carolina Molina. El protagonista de la misma es el clérigo Juan de Flores, prebendado de la Catedral de Granada. La historia se centra en el siglo XVIII y nos narra, con la habilidad que es característica en las novelas de Carolina, la vida de este curioso personaje entre la picaresca, el afán de notoriedad y la búsqueda de Iliberri, la Granada romana.
Juan de Flores tenía verdadera afición por la arqueología y las antigüedades. Movido por ese afán de notoriedad no tuvo ningún escrúpulo en falsificar innumerable cantidad de obras, muchas de las cuales enterraba posteriormente para redescubrirlas. No dudó tampoco en falsificar documentos.
El coleccionismo, en la España de la Ilustración, se convirtió en una manera de demostrar el poder. Juan de Flores, gracias a su condición de clérigo, conseguía que la gente del Albaicín le mostrara sus secretos y sus antigüedades. De esa confianza, él iba logrando hacerse con una valiosa colección y la fama de hombre sabio.
Pero su ambición fue desmedida, su codicia insaciable, naciendo de ella la falta de escrúpulos para falsificar cualquier tipo de objeto y dar la impresión de antiguo, con la excusa de que era para servir a Dios.
Lo que pudo haber sido uno de los descubrimientos más importantes de la época, la Iliberri romana y muchos de sus restos arqueológicos, se convirtió en una pesadilla para la ciudad.
Fue famoso en Granada el proceso judicial de varios años por el que fue condenado.  

Aparte de la vida e historias truculentas del personaje central, la novela se desarrolla en una época de grandes cambios para España. Carolina Molina refleja con detalle las desigualdades sociales, la preponderancia del clero y de unos pocos afortunados que manejaban las riquezas y el poder.
Como Max Cid indica en la introducción “en esa fantástica visión de la sociedad, los ilustrados pretendían tomar a los únicos hombres capaces intelectualmente, rectos de ideas y honorables de nacimiento, o sea, a la nobleza, para dirigir las vidas de todos los demás, por lo tanto, del pueblo llano. Poco a poco se cimentaban las bases de un absolutismo ilustrado, que, maquillado con propósitos más elevados, nunca dejaría de ser un simple absolutismo”

El Falsificador de la Alcazaba es una novela muy interesante. Saber de la vida de un personaje como Juan de Flores, del mundo en el que se movía, los hilos que manejaban los poderosos y la picaresca tan española que impregnaba la sociedad.
Y, como es habitual en la literatura de Carolina Molina, una historia muy bien escrita que se hace corta.
Si no saben qué leer este verano, esta es una novela que no se deben perder.

10.9.13

RESEÑA DE SUEÑOS DEL ALBAYZIN DEL TAMBIÉN ESCRITOR MARIO VILLÉN

SUEÑOS DEL ALBAYZÍN POR MARIO VILLÉN

Mi última lectura ha sido un libro de Carolina Molina, “Sueños del Albayzín”. Es difícil ser objetivo con alguien a quien respetas y admiras, pero haré el esfuerzo, intentaré abstraerme y procuraré ser objetivo.

Es la primera novela que leo de esta autora y he de reconocer que me ha sorprendido. Su estilo narrativo se asemeja al del cuento, con una estética plagada de poesía y con buen manejo de los recursos literarios. Carolina demuestra que ha trabajado arduamente en la documentación, y ese trabajo lo traslada al texto de forma amena, haciendo que el lector aprenda con cada página. Por ser una época que yo también he estudiado para mis novelas, soy consciente de la dificultad que entraña y valoro la claridad en la exposición de hechos. 
Por otra parte, la trama está bien hilada. La vida del protagonista se muestra como eje argumental del que cuelgan, como abalorios de un collar, otras muchas historias reales y ficticias que dan riqueza y mantienen el interés. 
La novela está ambientada en la época en que Yusuf I era sultán de Granada y aparecen retratados los principales personajes de esa etapa histórica, como Ibn al-Jatib, Ibn Marzuq, Ibn Zamrak, el hayib Ridwan, el propio sultán y su hijo Muhammad V. 
He disfrutado con la lectura, me parece un buen libro para acercarnos a la Granada nazarí más esplendorosa, que al hilo de vidas de personajes anónimos se adentra en otros que todos conocemos para darles vida y hacer que se relacionen con los protagonistas. 

8.9.13

NOVELA NEGRA CON LUNARES RESEÑA "NOCHES EN BIB.-RAMBLA"

Que bajo el epígrafe "novela histórica" caben novelas muy diferentes nos lo demuestra Carolina Molina con esta obra. La autora no sigue aquí el modelowalterscottiano que, surgido a principios del XIX, se nutre del medievalismo y busca en la aventura -una aventura con sus correspondientes dosis de intriga, violencia y trama amorosa- su razón de ser. Este modelo hizo fortuna, mediado el siglo XX, en el cine, y realimentó a su vez a la novela histórica, dotándola de una iconografía reconocible y unas técnicas narrativas específicas. (Y revive con sorprendente vigor en series televisivas actuales).
   Hay, no obstante, otros modos de narrar el pasado. Y Carolina Molina, para narrar el XIX y para narrar una ciudad también -Granada- recurre a modelos del realismo decimonónico. Un realismo que llevaría a su cumbre Galdós, autor al que la autora hace un homenaje explícito utilizándolo como personaje (págs 321-24). No es, sin embargo, una novela que se limite a utilizar recursos literarios ya prescritos para alcanzar las necesarias cotas de verosimilitud. No, Carolina Molina utiliza con sabiduría los elementos que le son necesarios para configurar su narrativa pero sin resultar una copia mimética. Por ejemplo, elude las descripciones morosas del realismo del diecinueve que quizá aburrirían al lector contemporáneo. En cambio, utiliza con gran habilidad el diálogo; un diálogo fresco, sin excesivos coloquialismos, que va pintando las situaciones y describiendo a los personajes con una vivacidad inusitada.
   Sobre estos personajes cabe decir que sorprende de forma grata el elenco de personajes femeninos de la novela. Pues siendo su protagonista un hombre -Max Cid-, aparece rodeado de mujeres de diversa consideración, desde la odiosa Benajara, hasta las fascinantes Francesca y Valeria, la sensual Rosita o la más difusa aunque a veces enigmática Alma. Son mujeres muy creíbles en ese contexto histórico; mujeres únicas sin ser excepcionales, únicas por tener un perfil humano propio, pero en absoluto inverosímiles por sus acciones o su forma de pensar. Éste es uno de los grandes aciertos de la novela, esos personajes femeninos que destacan por su calidez -bueno, menos alguno, que malas también ha de haber- y por su capacidad para conectar con el lector. Los otros aciertos son la transparencia de su escritura y la amenidad resultante. Con ello, la autora nos lleva por los entresijos de esa Granada encantadora y desidiosa a la vez, hermosa y empeñada con singular tozudez -por obra y gracia de alguno de sus vecinos- en la destrucción de su patrimonio histórico
   Una novela deliciosa, en fin, en la que nos encontraremos a personajes importantes de la historia granadina -literaria y artística sobre todo- y un marco histórico perfectamente documentado y reconocible. Todo desde la peripecia vital de un Max Cid al que iremos tomando cariño -aunque a veces le daríamos un tirón de orejas...Esperamos la continuación de la saga de los Cid que, con técnica muy del XIX, nos adelanta ya al final del libro. Continuará. (¿El personaje central será una periodista...?)

LA ESPADA EN LA TINTA RESEÑA EL FALSIFICADOR DE LA ALCAZABA



Como bien sabréis muchos por aquí, soy de la ciudad de Granada. En la actualidad es muy posible que lo único que hayáis escuchado de ella sea simplemente que tiene un monumento que forma parte de una de las maravillas del mundo, el cual también es considerado uno de los mas visitados junto con ejemplos tan imponentes como pueden ser la Gran Muralla China, el Taj Mahal o las pirámides de Egipto. Sin embargo, creo que durante todos estos años se ha perdido una gran parte del concepto de lo que es en sí Granada. La ciudad es más que una catedral y un castillo muy grande en una colina. La ciudad son sus calles, sus jardines, sus acontecimientos históricos –mas allá de la Caída, los Reyes Católicos y su pasado islámico–. Granada también la conforman las gentes que en ella habitan o, en este caso, habitaron.

Precisamente, sobre eso trata el último libro que he tenido el inmenso placer de leer. Se titula El falsificador de la Alcazaba, ha sido escrito por Carolina Molina y trata de los acontecimientos que tuvieron lugar a finales del siglo XVIII en una ciudad en la que la pobreza, la enfermedad, la iglesia, los nobles y los yacimientos arqueológicos se encontraban en su máximo apogeo. El protagonista de la novela, Juan de Flores, un hombre de familia influyente, sacerdote por obligación y no devoción, amante de la antigüedades mas rocambolescas y hombre avaricioso, se embarcaría en una aventura que le llevaría a concluir sus años de una forma que él jamas habría acertado a imaginar. Todo comenzará con las obras que un buen hombre realiza en sus tierras, en donde tendrá dispuesta una almidonera casera.


"Un escrito corto pero intenso, que he devorado en no más de dos días"
Debo hacer un inciso para comentaros a todos los que no seáis de Granada o a los que nunca hayas vivido aquí, que ésta es una ciudad complicada para realizar reformas en casas antiguas o para emprender determinados proyectos en zonas del casco histórico, como ya os podréis imaginar. Aquí, de hecho, hay una frase muy famosa que es: "en el Albayzin* una pala clavarás pero mil vasijas encontrarás" refiriéndose claramente al rico pasado arqueológico de estas tierras y a la problemática situación a la que se tienen que enfrentar los peticionarios de tales obras cuando la autoridad pertinente interviene en el proyecto y lo paraliza con fines científicos de interés histórico.

En el caso de El falsificador de la Alcazaba, podremos ver cómo la avaricia y la ilusión de Juan de Flores le lleva a toparse con los mismos que inventaron los restos de los llamados Libros Plúmbeos del Sacromonte, y cómo una investigación inicialmente legal para descubrir los restos de la antigua Iliberri –los míticos (ya que aún no se han encontrado) orígenes romanos de la ciudad– se convierte en un pozo de víboras traicioneras y en una red de mentiras orquestada por algunas de las personalidades mas influyentes de la época. ¿Os ha picado la curiosidad y queréis saber qué pasó al final con aquellos restos y qué destino sacudió al extraño coleccionista Juan de Flores? Os animo entonces a embarcaros en esta historia para descubrir el misterio. Estoy convencida de que os sorprenderá muy gratamente.


Narrada imitando la forma de expresarse de los medios de la época, pero sin que ello conlleve ninguna dificultad a la hora de leer ni de entender la narración, la autora nos expone los acontecimientos aplicando los valores tradicionales empleados para transmitir los cuentos clásicos, lo que viene a ser la perspicacia del lector y, en ocasiones, veremos cierta moraleja escondida entre las mismas palabras del protagonista y de aquellos que bien le quieren y le rodean.

Para mi gusto, lo mas interesante de todo es que la excavación de la que se habla en el libro estaría situada entre la zona de San Nicolás y San Miguel Bajo del barrio del Albayzín –la zona en la que llevo viviendo toda mi vida– y bien puedo decir que tanto el muro encontrado en la zona cercana al Monasterio de Santa Isabel la Real como las inmensas excavaciones –que yo misma vi, porque mi padre me presentó en su momento al arqueólogo encargado de aquello, debido a mi interés profesional– situadas justo detrás de la plaza de San Miguel Bajo y al lado del Palacio de Dar-al-Horra, tenían toda la pinta de ser el antiguo foro romano de Iliberri. Actualmente, un inmenso edificio del gobierno autonómico, prácticamente sin uso y con forma de cubo monstruoso –el cual se puede ver desde el satélite– cubre toda la zona habiendo rodeado todo el perímetro con cientos de cámaras y teniendo vigilancia nocturna. ¿No creéis, que para ser un centro de Planificación Familiar, tiene demasiada seguridad?

Teorías conspiranoicas aparte, sea este edificio lo que sea, no puedo mas que echar a volar mi imaginación con todo aquel suceso. Os aseguro que elegí mi carrera en su momento por este tipo de sensaciones que creía hace mucho tiempo olvidadas. Carolina Molina me ha devuelto el espíritu gracias a El falsificador de la Alcazabaun escrito corto pero intenso, que he devorado en no más de dos días y encima disponible en formato electrónico con una maquetación impecable. ¿Que más se puede pedir? Por el momento espero con ansia su siguiente publicación para ver con que otra nueva aventura es capaz de sorprenderme. Es una pena que por problemas técnicos no pudiésemos colgar la reseña en cuanto la realicé, pero confío en que he sabido transmitiros mi sensación con todo lo que os he dicho.

Entrada en la web: http://www.laespadaenlatinta.com/2013/08/resena-falsificador-alcazaba-carolina-molina-transbooks.htmlhttp://www.laespadaenlatinta.com/2013/08/resena-falsificador-alcazaba-carolina-molina-transbooks.html

*Para los que se extrañen por la forma en la que he escrito el nombre del barrio de el Albayzín, he de decir que siempre ha habido dos formas de escribirlo, aunque popularmente se haga usando la "i" latina y la "c" para hacerlo: "Albaicín". Personalmente, la forma en la que yo lo escribo me ha venido desde generaciones en mi familia hasta la actualidad, por lo que aparte de que me parezca una forma más elegante de escribirlo, es mi guiño a todos los míos que llevan aquí ni se sabe desde cuando.

*Las fotografías han sido tomadas en el Museo Cartográfico de Juan de la Cosa, en Potes (Cantabria), durante el mes de agosto de 2013. En ellas podemos apreciar los detalles de un par de mapas elaborados por Abraham Ortelius  en la época del Renacimiento y en los que se aprecia la ciudad de Ilíberis o Iliberri.

1.9.13

SOBRE EL DETERIORO DE LA CIUDAD DE GRANADA BAJO LA ALCALDÍA DE TORRES HURTADO (artículo de Fernando de Villena)





                Hay ciudades como Venecia, Florencia, Toledo o Granada que debieran estar regidas por alcaldes de gran sensibilidad y probado amor a la cultura. La nuestra no ha tenido esa suerte desde los días ya lejanos de don Antonio Gallego Burín. No vengo a hacer historia con este artículo, sino a denunciar el estado lamentable de Granada bajo el gobierno del último de sus alcaldes, José Torres Hurtado.
                Llevaré a cabo un somero análisis de los principales problemas de la ciudad y nada mejor que comenzar por los barrios históricos. Hace un par de años nos sorprendía la portada del periódico “Ideal” con la imagen de la Puerta Monaita, uno de nuestros más bellos monumentos, llena de groseras pintadas. Rápidamente se tapió el acceso a la misma, pero ahora han abierto un nuevo boquete y vuelve ser lugar de botellón sin que se hable más del asunto.
 Es lo propio de Granada olvidar todo en seguida (bien lo intuyó Juan Ramón Jiménez) y pasar página. Y las consecuencias de esos olvidos las pagamos luego. Por ejemplo: ya hemos olvidado el despilfarro de la presentación del premio “García Lorca” en Nueva York con el vuelo y los gastos pagados casi una semana en uno de los hoteles más caros de la ciudad para los concejales y allegados, todo a costa, del presupuesto, asunto que incluso ha sido satirizado por Antonio Muñoz Molina, y cuyas consecuencias las pagamos con las penurias de hoy.


                Pero volvamos a la Puerta Monaita ahora que se está celebrando de la manera más ramplona el cacareado Milenio del Reino de Granada. ¿No hubiera sido ésta la ocasión propicia para abrir un delicioso paseo histórico que, partiendo de esa Puerta Monaita fuese bordeando entre jardines la bella muralla zirí, incluyera el palacio nazarita de Daralhorra y llegase hasta el Arco de las Pesas y por allí hasta San Nicolás? Sería como una segunda Alhambra y no resulta complicado ponerla en marcha. Podría incluso ser una visita de pago a fin de cubrir los gastos (no demasiados) de ese posible nuevo itinerario turístico y ciudadano. 












Por supuesto, se descartaría de ese paseo el antiguo Callejón del Gallo en tanto que no se derribase el  horroroso edificio que se alzó allí años atrás (y justo es decirlo: el desmán en esta ocasión no fue de Torres Hurtado) y destrozó por completo aquel sitio tan emblemático.
                En cuanto al cerro de San Miguel Alto, además de controlar con microscopio el crecimiento de la edificación en las cuevas existentes, considero que resultaría muy higiénica la medida de arrancar las espantosas escaleras de granito que parten su estampa campesina de aires lorquianos.
                El otro gran problema del barrio está en la Carrera del Dauro. Cuando el gobierno municipal cortó por completo el tráfico por la misma no pudimos menos que aplaudir la medida. ¿Alguien puede imaginarse, por ejemplo, la Vía Tornaboni que en Florencia une la catedral con el palacio Viejo interrumpida por el tránsito de autobuses y taxis? Me temo que una vez más nuestra alcaldía ha cedido al chantaje de este poderoso gremio mucho más que a las peticiones de un puñado de vecinos para los que ya se había habilitado un transporte especial. Así pues, la calle más hermosa de nuestra ciudad apenas puede ser contemplada sosegadamente por los naturales y los visitantes, ya que están en constante riesgo de atropello. Cuando ocurra alguna desgracia tal vez se tomen medidas definitivas.


                Y vamos con el Realejo, que se pavimentó con una falta de gusto tal que nos lleva a preguntarnos quiénes tienen el poder decisorio en estas cosas. Granito y cemento donde antes existía un adoquinado propio de las ciudades históricas. Por suerte, al menos, se conserva parte del empedrado granadino.
                Al igual que toda la ciudad, el Campo del Príncipe se ha convertido en una trampa recaudatoria y no sólo para quien desee aparcar, aunque sea un solo instante. Todo el que pasea por allí a su perro sin cadena, incluso si es un caniche, corre el riesgo de que se le imponga una multa de ciento cincuenta euros. Y estos recaudadores son los mismos que hacen la vista gorda, ¿a cambio de qué?, con los lugares de la ciudad donde se trafica abiertamente con numerosas clases de drogas.
                Otro problema del Realejo y de toda la ciudad es la carencia o por lo menos la mengua casi absoluta de policías en horario de noche y de empleados de limpieza. Ello conlleva que a cualquier hora de la madrugada te puedan despertar los gritos, las maldiciones y las trifulcas de algunos borrachos. La policía local y por ende el Ayuntamiento tienen la obligación de velar por el descanso de los ciudadanos. Son muchos los que madrugan para ir al trabajo o para realizar sus exámenes y no hay derecho a que un día y otro unos energúmenos les rompan una y otra vez el sueño.
                Es incomprensible que dentro del recinto urbano se permitan las llamadas “salas after” que abren a las dos de la madrugada y cierran a las siete o las ocho, lugares donde se refugian los que ya van “calientes” de bebida. La calle Carril de San Cecilio y los muros de la iglesia del patrón de Granada, por ejemplo, se han convertido en el mingitorio público de muchos trasnochadores. El olor resulta insufrible y el suelo ahora está pegajoso y amarillento de tanto ácido úrico. Los pobres limpiadores que no han sido despedidos todavía por el Ayuntamiento no dan abasto. Esa falta de personal de hoy es una de las consecuencias, como antes dije, de los despilfarros de antes.
                Y sin irnos del barrio todavía, he de consignar que en el terreno existente ante el hotel Alhambra Palace se encontraron hace año y medio los restos de una importantísima necrópolis árabe con cuevas abovedadas, escaleras y no sé qué más y, en lugar de realizarse una excavación en toda regla, se han comenzado a tapiar las cuevas y a cubrir todo de tierra, ignoro con qué fines.
                Salgamos ahora de esos arrabales antiguos y vayámonos al centro. Nuestro alcalde parece gobernar sólo para los que viven en la Gran Vía, Puerta Real o la calle Recogidas, pero no ha pensado mucho en los que precisan cruzar ese centro dos o tres veces cada día para ir a su trabajo o a los hospitales o a la universidad. Gran parte de Granada se extiende sobre una llanura. Una persona podría ir desde Almanjáyar o desde la Chana hasta el Zaidín o hasta la Avenida de Cervantes en bicicleta en muy poco tiempo. Pero hacerlo ahora entre coches y autobuses es jugarse la vida. Hace unos años se remodeló la Gran Vía. Era el momento de haber realizado allí un carril-bici. Los bordes de las aceras se han levantado peligrosa y absurdamente y ese espacio hubiera servido para crear dicho carril. Tal vez habría que haber prescindido de los arbolitos, que podrían haber sido colocados en las calles adyacentes. Nadie me acuse de ir contra la vegetación pues yo mismo, en otro artículo, he denunciado la desaparición injustificada de los árboles casi centenarios de la calle Palacios. No, nadie me acuse de ello, pero es que, siendo la calle Reyes Católicos y la Gran Vía el único paso entre la Granada del este y la del oeste , hay que aprovechar al máximo cada centímetro cuadrado para facilitar la vida de los granadinos.
                Nuestro alcalde no comprende que llegan nuevas generaciones ávidas de un nuevo modelo de ciudad más acorde con las urbes de toda la Europa de hoy, una ciudad más ecológica, más cómoda y más culta. ¿A qué levantar un edificio tan feo como un embudo para el Centro García Lorca cuando existen palacios maravillosos en la ciudad como la Casa de los Vargas que se están viniendo abajo? ¿A qué pagar el Ayuntamiento alquileres de pisos y locales cuando no sabe qué hacer con palacios como el de la Cuesta de Santa Inés?
                Otro problema es el de la estación de ferrocarril. Yo me pregunto: ¿Habrá leído alguna vez el señor Torres Hurtado el capítulo de “Granada, la bella” que Ganivet dedica a nuestra estación de trenes? Desde luego, yo se lo recomiendo.
                Hablaba antes de las ciudades europeas. Pienso en Roma, en París, en Florencia, en Ámsterdam… donde las estaciones ferroviarias (y también las de autobuses) se ubican en el mismo centro con toda la comodidad que ello supone y no consigo explicarme qué intereses tiene el Ayuntamiento en llevarse la nuestra a las afueras de la ciudad.
                En el lugar donde se halla nuestra estación, cuando el viajero llega puede ya contemplar una primera magnífica estampa de la ciudad, de San Jerónimo, de la catedral y de la torre de la Vela… Y esas primeras impresiones son muy importantes.
                Pero es que aquí parece que nos molestan los turistas. Hay que gobernar para los de la calle Recogidas, pero también para todos los que viven del turismo en Granada, que son muchos, y lo que resulta bochornoso es que los autobuses que llevan a la Alhambra parezcan pequeñas cámaras de gas donde los visitantes se hacinan sin poder mover ni un pie. No es que esos pequeños autobuses constituyan un mal medio de transporte, no; lo que ocurre es que la oferta no se corresponde con la demanda. En lugar de salir uno cada quince minutos, tendrían que hacerlo cada tres. Y no hablemos de otras líneas de la “Rober”. Desde luego, no conozco nada tan nefasto como los monopolios. Si existieran varias empresas de autobuses urbanos no habría estos problemas.
                ¿Y del aeropuerto, qué decir? Hace unos años gozábamos conexión con numerosas ciudades del exterior. A la alcaldía incluso se le hicieron ofertas para contar con muchas más, pero a Torres Hurtado no le pareció bien. Málaga hace veinticinco años era un poblachón cuando se la comparaba con Granada. Hoy es una ciudad dinámica que compagina con acierto tradición y modernidad. Y no es que allí gobierne éste o el otro partido. Se trata de las personas, de políticos que tengan amor a su ciudad, buen gusto y que escuchen a quienes entienden Eso es lo necesario y lo que aquí se echa de menos.
                Antes de finalizar, quiero sugerir dos medidas sociales que considero muy necesarias para Granada: la creación de albergues para que los sin hogar sobrelleven el rigor del invierno, y la de piscinas públicas muy económicas para que los niños de familias humildes también disfruten del verano.
                He escrito todo esto porque yo sí amo a Granada y me duele verla en las actuales circunstancias y no me vale que un mes antes de las elecciones el alcalde inaugure por todo lo alto la nueva imagen del Camino de Ronda después de que se hayan arruinado el setenta por ciento de los negocios que había allí.
                Antenoche, hablando con un amigo mío muy culto, granadino de adopción, él me comentaba que aquí lo verdaderamente necesario sería un debate ciudadano en el que participaran personas de toda laya y en el que no todo se quedase en palabras, sino que a través del mismo se establecieran las bases para forjar la ciudad que todos queremos en las próximas décadas. Esa tal vez fuese la solución.

                                                                                              Fernando de Villena

                                                                              De la Academia de Buenas Letras de Granada 

JUAN LUIS TAPIA HABLA DE NOCHES EN BIB RAMBLA EN IDEAL

JUAN LUIS TAPIA HABLA DE NOCHES EN BIB RAMBLA EN IDEAL

MELCHOR SÁIZ-PARDO HABLA DE NOCHES EN BIB RAMBLA (IDEAL GRANADA)

MELCHOR SÁIZ-PARDO HABLA DE NOCHES EN BIB RAMBLA (IDEAL GRANADA)

JESUS ARIAS PARA GRANADA HOY

JESUS ARIAS PARA GRANADA HOY

EL BLOG DE CAROLINA MOLINA