“VIVIR
EN EL AYER: LA FUERZA DE LO COTIDIANO”
DISCURSO DE APERTURA
Son ya cuatro las jornadas que llevamos dedicadas a la
novela histórica analizando sus múltiples aspectos y de todos ellos rescatamos
hoy el de la recreación histórica.
Nuestras novelas deben tener un tiempo en donde apoyarse
y un lugar donde representar sus escenas, sin embargo el qué y el cuándo no
tienen base suficiente sin un cómo, que hoy traducimos como la vida cotidiana
de los que nos precedieron.
Son esas pequeñas cosas de la vida diaria, de las
costumbres domésticas y cotidianas las que enriquecen la historia literaria. Nos
hacen entender a los personajes y sus comportamientos y a pesar de sentirnos
lejos de ellos y muy distintos en nuestra modernidad, se nos acercan como
amigos invitándonos a compartir su vida.
Con la novela histórica nos introducimos en la intimidad
de los hogares y nos vestimos según la época, quizás con capa o con chambergo,
quizás con túnica o con babuchas. Sentimos el vapor del hammam y comprobamos a
quién le prometimos la polca en nuestro carnet de baile.
Todo esto no es solo estímulo para la fantasía porque de
todas esas actividades cotidianas traducimos nuestro presente, hallando en cada
una de ellas una herencia que nos pertenece y que sigue viviendo en nosotros,
porque en el fondo nuestra actualidad es repetir una y mil veces el pasado.
Nada hay que no se haya vivido ya.
CRÓNICA
DE LAS JORNADAS
En la inauguración: de izquierda a derecha Rosario Corral (directora de la Biblioteca Provincial), Blas Malo, Mario Villén y Carolina Molina |
El plantel de autores participantes en estas IV Jornadas,
algunos no dedicados a la novela pero sí partícipes en la elaboración de éstas
aportando documentación a los novelistas, nos llevó a replantearnos nuevos
recursos y a reflexionar sobre el futuro de este género.
Junto a Juan Manuel Barrios Rozúa, Julio Navarro Palazón y Jorge Rodríguez Babé (de izquierda a derecha) |
La primera mesa “Vida cotidiana en Granada” nos ofreció
el aspecto histórico con una excelente exposición de ideas por parte de los
tres participantes. Jorge Rodríguez Babé, en representación del Palacio de los
Olvidados nos habló de la trascendencia y legado de los judíos granadinos, a
los que aprendimos a denominar sefardíes, pues así debe ser, comprendiéndoles
como una cultura propia de nuestro pasado y de la cual mantenemos curiosas
costumbres en la actualidad. Recordó que en algunas familias aún se mantiene el
ritual de tapar los espejos cuando hay un difunto en la casa, costumbre
sefardí, y que a mí me hizo recordar la escenografía de La Casa de Bernarda
Alba, sus mujeres vestidas de negro y sin querer ver el reflejo de un espejo.
Julio Navarro Palazón, arqueólogo y en representación de
la Escuela de Estudios Árabes se centró en los protocolos de acción de la
arqueología y en el concepto “zaguán” que diferencia las casas musulmanas de
las cristianas. Por cierto que Mustapha Busfeha, autor de La casa del cobertizo
y presente entre el público, tuvo una interesante aportación a los términos
utilizados en esta mesa y nos alentó a que a partir de ahora, en vez de usar el
término musulmán o árabe para referirnos a los musulmanes andalusíes, usáramos
el término “hispanomusulmán” pues lo define mucho más correctamente. Quizás ya
es momento de olvidarnos de los cristianos, musulmanes y judíos para dar paso a
cristianos, hispanomusulmanes y sefardíes, todos ellos parte de al-Andalus. Su
comprensión favorecerá nuestra tolerancia, sin ninguna duda.
En esta mesa contamos también con uno de los grandes
divulgadores de la historia de Granada, Juan Manuel Barrios Rozúa que tuvo una
exquisita descripción de la Granada romántica, puntualizando momentos que se
nos quedaron en la memoria: los olores de las zonas aledañas al Darro, los
ruidos provenientes de puestos callejeros, los hábitos diarios…un recorrido por
la Granda de los sentidos que fue el verdadero prólogo a lo que nos llegó
después en unas jornadas dedicadas a la vida cotidiana.
En la segunda mesa, con autores granadinos, bien de nacimiento
o de adopción: Carlos Almira (Asoka), Emilio Ballesteros (Estirpe de luna) y
José Barroso (El ocaso de Alejandría) se incidió nuevamente en ese legado que
aún nos queda, en este caso de la cultura hispanomusulmana como recalcó
Ballesteros en las costumbres diarias y que fueron transmitidas después por los
moriscos. Barroso tuvo una acertada exposición de la vida cotidiana en el
Egipto clásico y Carlos Almira me confesó que habría que incidir mucho más
sobre el aspecto literario del género histórico, lo que compartimos
sobradamente. Almira, que ya es conocido y respetado en Granada por haberse
dedicado a otros géneros literarios, en especial el del cuento, sabe muy bien
lo mucho que la novela le debe al género breve, de donde parten muchos de los novelistas
y del que aprenden sus técnicas más básicas y esenciales.
Emilio Ballesteros, Carlos Almira y Jose Barroso |
En las mesas de la tarde unimos amor y guerra. En la mesa
dedicada a la antigua Roma, Javier Negrete y Gabriel Castelló tuvieron su duelo
dialectal y de experiencia romana y fuimos testigos de la verdad y de la
mentira que llegan hasta nosotros sin que podamos, a veces, distinguirlas
dentro de la trama literaria. A este respecto, Andrés Palma, profesor de la
Universidad de Granada y pionero en la aplicación de la novela histórica como
recurso didáctico incidió de nuevo en la importancia de la novela como técnica
de estudio, siempre bajo la supervisión de un docente.
Javier Negrete y Gabriel Castelló |
Mario Villén, nuestro co-fundador de la Asociación
Jornadas de Novela Histórica nos presentó su última novela. “40 días de fuego”,
una intensa historia que nos dejará sin respiración, en la que nos narra la
invasión vikinga que asoló al-Andalus en el s.IX.
Mario Villén |
Las jornadas continuaron con una mesa muy interesante en
la que se unieron Coia Valls y Francisco Nuñez bajo la premisa de la novela
histórica como transmisora de sentimientos, de valores literarios que
trascienden mucho más allá del hecho de la propia Historia real. La
intrahistoria de la novela es y debe ser siempre más importante que la Historia
misma, no desvirtuándola, sino haciendo que esta tome cuerpo y se convierta en
una obra creativa y única, expresión del esfuerzo de un escritor. Coia Valls,
con su nueva novela Amor prohibido sigue en la línea de sus anteriores novelas
El mercader y La cocinera, muy aclamadas por el público. Nuñez (El corazón del
cóndor y Jaque al peón), por otro lado nos dejó sabias palabras, como la de que
el escritor es un poco esquizofrénico, siempre bregando en lucha interna por
ser escritor y lector al tiempo. Lo natural es la lectura, nos decía, nosotros
sin embargo, hacemos lo que no es natural, que es escribir. Pero fue otra de
sus frases la que nos dejó gratamente complacidos:“La literatura es el patio de
recreo de la vida”. ¿Existen palabras más bellas para poder definir lo que
hacemos?
Francisco Nuñez |
La clausura de las Jornadas fue este año un ejemplo de
unión entre escritores. Manuel Sánchez-Sevilla, director de las nuevas Jornadas
de Novela Histórica de Écija nos regaló una emotiva placa con la que nos
hermanamos. Y desde aquí le enviamos nuestra gratitud y apoyo.
Junto a Manuel Sánchez-Sevilla, director de las Jornadas de Écija |
Quiera el destino que poco a poco haya más hermanamientos
y más jornadas en otros lugares, ejemplo de amor a la literatura histórica.
Con esto os emplazamos a las siguientes, que serán las V
Jornadas de Novela Histórica de Granada.
Carolina Molina