Quedan pocos días para que celebremos los 400 años del fallecimiento de Miguel de Cervantes y esto me hace pensar en que somos unos privilegiados, solo nosotros, en este 2016 podremos vivir este acontecimiento.
Lo es aún más si pienso en que lo celebro siguiendo los pasos de Cervantes, habiendo decidido dedicar mi vida a lo que hizo él, que fue escribir. ¡Quién me hubiera dicho a mí que así sería cuando me obligaron a leer El Quijote en el Bachiller! Ya era rara, cierto es, porque me obligaron, lo leí y…me gustó. Debió ser una señal. Como el trabajo de clase que me solicitaron tras su lectura, y que di en titular «Una sola alma» que desarrollaba la idea de que Alonso Quijano y Sancho eran las dos facetas de una misma persona y por lo tanto tenían una sola alma.
Aquel trabajo se convirtió más tarde en mi primera publicación, allá por el año 1981 y aún conservo el librito antología en donde se incluyó.
Luego llegó un tercer premio de teatro por una obra titulada «Cinco camas blancas » que me fue otorgado un 23 de abril. Demasiadas coincidencias, tantas, que era obvio que la protagonista de una de mis primeras novelas (una periodista que lucha por conservar las ruinas de una iglesia en la Castilla de los años 80) se llamara Julia Quesada (o Quijano, que lo mismo da). Durante algún tiempo todas las protagonistas de mis novelas y de mis obras de teatro se llamaron así.
Ahora que lo pienso, Cervantes ha marcado mi vida de una manera o de otra.
Por eso me alegra poder decir que también he contribuido a recordarlo con la coordinación de «Cervantes tiene quien le escriba», antología de relatos históricos. Quizás por haberla coordinado junto a Ana Morilla, amiga y gran escritora, con la que me siento muy a gusto y cercana en conceptos literarios, me ha resultado este proyecto más sencillo que otros anteriores. ¡Y eso que era ambicioso! Porque se trataba de convencer a unos cuantos escritores dedicados a la novela histórica para que nos entregaran un cuento inédito, sí ¡Inédito!, lo que es casi imposible en esta profesión. Pero resultó que cuando dijimos que era para honrar a Cervantes, todos estuvieron dispuestos y su generosidad se ha transformado hoy en este libro, que además, es doblemente altruista puesto que sus derechos irán destinados al Banco de Alimentos de Granada.
Con esta antología vamos a conocer a Cervantes. A veces por
él mismo o a través de sus personajes. También conoceremos la visión que tiene
el escritor o la escritora de hoy de ese referente literario y español, único
en el mundo. No es por presumir, no, que El Quijote es el libro más
vendido tras la Biblia. Dicen por ahí
que de él se han hecho unos 400 millones de ejemplares. Eso es un auténtico
Best Seller.
Pero que no nos engañe este dato. Cervantes vivió y murió
habiendo sufrido las miserias propias de su oficio: la pobreza, la envidia y la
mala suerte. Vamos, lo común entre escritores. En eso alguno de nosotros sí que
estamos a su altura.
Si tuviéramos la llave que nos abre la puerta del Ministerio
del Tiempo por la que poder llegar hasta Cervantes, hoy podríamos ir a visitarlo
y decirle que al menos en el s XXI una veintena de autores han escrito sobre
él. Porque aunque él esperara las cartas de algunos poderosos que pudieran
sacarle de sus miserias y no lo hicieron, nosotros sí.
No lo duden, «Cervantes tiene quien le escriba»
Alguna que otra novela se ha
escrito sobre el señor Cervantes y ¿cómo no? también se le han dedicado
películas y series de televisión. De todas las novelas históricas que han
reflejado su vida, recomiendo una que acabo de leer y aún tengo el regusto
placentero de sus páginas en mi memoria. Se trata de La sombra de otro de Luis García Jambrina.
En ella encontramos la
veracidad de una historia que entresacada de sus muchos recursos literarios, es
una biografía ordenada y bien documentada de la vida de Cervantes. Digo
entresacada porque el lector deberá saber identificar la fina ironía y
disfrutar a veces de las licencias literarias que nos propone García Jambrina a
través de una narrativa ágil y un estilo fresco y divertido que son el fruto de
una labor creativa acertada y con la que, sin duda, el escritor ha disfrutado.
Cuando un autor se deleita
entre las páginas que escribe lo transmite. Ha conseguido una novela de
espíritu cervantista, en donde el narrador, Antonio de Segura, aún siendo real,
a veces trasciende los límites de la verosimilitud invitándonos a participar en
una historia que incluye otras historias, sin que nos importe si alguna de
ellas pudo ser inventada porque todas nos aportan ese pequeño o gran dato,
necesario para conocer a Cervantes.
Historias como las que nos
propuso don Miguel en su Quijote y de ellas ha bebido el autor de La sombra de otro, cuya admiración por
el manco de Lepanto es evidente. Es la envidia, tan propia de la idiosincrasia
del español, la que vertebra la trama, y ha sido un acierto, dado que Cervantes
la sufrió sobradamente. Segura, convertido en la «sombra de otro» analiza y
persigue a Cervantes, lo acosa buscando en él la venganza y otras veces el
perdón. Curioso también el perfil psicológico que nos describe el autor en el
personaje de Antonio de Segura, del cual poco se sabe a ciencia cierta, salvo
que por su causa y a consecuencia de un enfrentamiento con espadas, tuvo que
salir Cervantes de España desviando su vida hacia otros países y otros asuntos.
¿Hubiera sido Cervantes el
Cervantes que hoy conocemos sin ese duelo con Antonio de Segura? Nos lo
aclarará el propio García Jambrina en las Primeras Jornadas Madrileñas de
Novela Histórica, el día 7 de mayo en Casa del Lector. Allí tendremos una mesa
dedicada a Cervantes como personaje en la novela histórica, al que también
dedicaremos unos minutos de vídeo de la mano de Eduardo Valero, experto en la
historia de Madrid, para analizar la presencia del inmortal autor en nuestra
historia madrileña y en nuestras calles. Un merecido reconocimiento a la ciudad
que lo vio morir y en donde pudiera haber
tenido el éxito de sus comedias en los corrales de no haber sido por «la
sombra de ese otro».
En estos días también he
disfrutado de la antigua serie de televisión emitida entre abril y junio de 1981
que ahora Radio Televisión Española nos permite recordar en su página web.
Todavía vienen a mi memoria los trazos de su nombre, escritos con pluma, de los
títulos de crédito. Julián Mateos, en una excepcional interpretación, lindando
la sensatez y el comedimiento, junto a otros actores consagrados y otros
iniciándose en el difícil arte de la escena, como es el caso de José Pedro
Carrión, interpretando a Rodrigo, el hermano de Miguel. Ya desde entonces me
dije, que si alguna vez tuviera un hijo, habría de llamase Rodrigo.
Muchas coincidencias que
ahora vienen a mí en este año cervantino que ojalá que sea el primero de muchos
en conmemorar a un hombre que revolucionó la novela y en consecuencia a todos
los que dedicamos nuestra vida a escribir.